martes, 24 de noviembre de 2009

Grande, grandísimo Jean Rouch


De verdad, que si tuviera que quedarme con dos directores de todo el curso, serían Jean Painlevé y el mago Jean Rouch. En este caso, Rouch, a mi parecer da un salto inmenso y hace un documental que trasciende más que por el tema que toca (que ya es bastante universal) lo hace por la forma.

Crónica de un Verano.
"What this film engages is humanity itself." - Roland Barthes

Rouch, desde que la película empieza aclara qué es, su objetivo y el proceso a seguir. Morin y Rouch discuten acerca de si es posible actuar o no sinceramente delante de una cámara.



Lo grandioso de la película, es que más que un documental sobre la felicidad, los parisinos, la inconformidad, o el trabajo, es una película sobre la Verdad. Cómo se llega a estas verdades que por lo general en el documental damos por sentadas. La película se plantea un dilema importante en cuanto a la cámara y su uso más profundo que la mera fotografía. Las verdades a las que se llegan durante el documental, son impulsadas por la cámara. Es muy probable que se llegara a otras conclusiones, a otras charlas, si la cámara no estuviera presente. Nada nuevo en Rouch, quien siempre se ha planteado utilizar este ojo como medio, no nada más para plasmar sino para adquirir.

"Aquello que más tarde los realizadores de la nouvelle vague definieron como ir contra una manera de hacer cine inaceptable –carente de pasión y libertad, ahogada por el academicismo expresivo, la falta de cuestionamiento a la condición mediadora del cine mismo, cargada de justificaciones sicológicas y sentimentales para sustentar la acción, dando cuerpo a una tradición cinematográfica complaciente y efectista, huérfana de espontaneidad y desinteresada en cuestionar aspectos esenciales de la vida del hombre común-, se prefigura en Crónica de un verano con el uso de la cámara en mano, de un sistema de sonido sincrónico portátil, del corte directo dentro de un mismo plano, echando por el tragante toda clase de convencionalismos. Con ello, afirma Rouch, “los obligamos a pensar en lo que era la verdad en el cine.”

Dato muy interesante: Marceline, una de las protagonistas, se casó con Joris Ivens.



Ahora, también hay que tomar en cuenta que es un documento valioso. Aunque la película haya perdido un poco de validez, por lo sucedido con Morin y la gente que fue escogida (sin que Rouch supiera) para las entrevistas, sigue habiendo un documento sobre algo que empezaba a gestarse. Una incomodidad, de jóvenes que a los pocos años estarían inciando un movimiento estudiantil que repercutiría no sólo en todo el mundo, catalizando a su vez otros movimientos, si no que sigue siendo parte de lo que hoy somos y vivimos como estudiantes.

AQUÍ entrevista con Jean Rouch.

De ahi, partiendo de esta pregunta y respuesta, me voy a La Pirámide Humana.

P: Vayamos a algunas de las técnicas que usted usa. Una de las secuencias más fuertes fue claramente preparada por usted como “director”; aunque los "actores" no supieran lo que iba a ocurrir. Estamos hablando de la escena donde le pide al estudiante africano que interprete el significado del tatuaje que Marceline tiene en su muñeca.

JR: Aquello fue una provocación. Cuando vi el film por primera vez me di cuenta que yo tenía una sonrisa muy cruel; que me incomoda aún hoy. Mire, estábamos almorzando ya fuera del Museo de Arte y empezamos a hablar del antisemitismo.
Cuando hice la pregunta, el aislamiento y los supuestos culturales emergieron dramáticamente. Antes de este momento la gente estaba jovial y riendo. De pronto los europeos empezaron a llorar y los africanos quedaron totalmente perplejos, pensaban que el tatuaje era un tipo de adorno. Todos quedamos profundamente afectados. El camarógrafo, que era uno de los mejores documentalistas estaba tan afectado que el final de la secuencia está fuera de foco. Paré la filmación para dar a todos la oportunidad de recobrarse. Ahora bien; si éste es un momento “verdadero” o un momento “armado”, ¿tiene alguna importancia?.

Más que la confrontación de dos grupos es la aceptación entre éstos. Que sería imposible, si no hay contacto. Esto es lo que hace Jean Rouch, al tomar un grupo de estudiantes africanos y otros franceses. Nuevamente, la película es un juego, se nos aclara otra vez desde el comienzo que es un experimento. Los no-actores escriben la película, y sin embargo no dejan de enfrentarse ante esto que ellos han creado, Rouch los vuelve a poner (como en Crónica de un Verano) frente a ellos mismos antes de terminar el film. "There is never a moment in which fiction can be separated from reality, and the dynamics of the relationship between the two is a constant source of meaning. "

En cuanto al final y la muerte ficticia de uno de los personajes:
"The death of Alain occurs in order for him and them to realize the limitations of their own experiment, of their own creations. It shows the contradictory nature of the reality that has been created. It is so powerful as to have an actual impact on the lives of the participants, yet so fragile and ephemeral that it can be wiped out like a sand painting."


Ahora, la crítica más fuerte a la película suele ser por lo ocurrido entre Morin y Rouch, al escoger a miembros pertenecientes a un movimiento llamado Socialismo o Barbarie (yo he defendido que ésto no quita ni opaca en lo más mínimo, el punto principal de la película -que es lo que la hace grandiosa.)

SOCIALISMO O BARBARIE
Era un grupo Marxista en Francia, entre 1948 y 1965.
"Los miembros de Socialismo o barbarie combatían el estalinismo en todas sus formas y trataron de desarrollar un marxismo antidogmático. Consideraban a la URSS y a todos los países autodenominadossocialistas como capitalistas de Estado, es decir, sociedades dirigidas por una nueva clase dominante (la burocracia) de explotadores engañosamente autonombrados socialistas, es decir, dirigentes del Estado y de la economía que habían ocupado el lugar de los patronos mientras que la situación real de los trabajadores permanecía sin cambios." (www.wikipedia.org)
El co fundador del movimiento era Cornelius Castoriadis.
Edgar Morin proposed that Castoriadis's work will be remembered for its remarkable continuity and coherence as well as for its extraordinary breadth which was "encyclopaedic" in the original Greek sense, for it offered us a "paideia," or education, that brought full circle our cycle of otherwise compartmentalized knowledge in the arts and sciences.


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