sábado, 28 de noviembre de 2009

Ojos oídos


“El cine no se convirtió en mi medio de expresión, hasta el momento en el que quité la cámara del trípode y me propuse filmar a la altura de los ojos, a pulso”
–Johan Van der Keuken–

En el Chico ciego, Johan van der Keuken pasó dos meses en un instituto especializado de Holanda. La película es un juego de los sentidos. No hay una sincronía (la mayor parte de las veces) entre la imagen y el sonido, dándole tremenda importancia al segundo, el que se suele desarrollar más en los ciegos, que aparte del tacto es su forma más directa de percibir el mundo.







"Van der Keuken no nos muestra al niño ciego Herman Sloebbe, sino que su relación, extendida en forma de complicidad delante y detrás de la cámara, construye conjuntamente el mundo que se nos da a ver (vivido por Herman, que al ceder su “mirada” a Keuken deja de ser objeto para devenir sujeto) y es así mismo puesta en escena en forma de mostración de una película que se va haciendo a medida que va avanzando, proceso en el cuál participa activamente el personaje filmado por el cineasta."

AQUÍ hay un texto publicado por Johan Van der Keuken en 1995.

"Sin embargo, si algo ha caracterizado la obra de este “holandés errante” es la movilidad en las formas, los tratamientos, los posicionamientos, que han hecho de su cine una experiencia estética y conceptual al margen. Van der Keuken cambia de film en film, incluso en el interior de una misma película, retomando puntos, abriendo frentes, pero siempre planteando la duda sobre sus métodos, en ningún caso presentando una mirada o programa a priori sobre la realidad, proponiendo cada experiencia fílmica como singular y concreta. Si el directo aparece en su cine, no es sino como posibilidad, como forma concreta de acercamiento. Más bien, lo que encontramos en su filmografía es la absorción de algunos de sus conceptos para reinterpretarlos, ponerlos a prueba y someterlos a otra lógica cinematográfica, a un cine de la violencia y a una radical experimentación que deambula entre la vanguardia, el ensayo filmado, la autobiografía… Lo que pretendemos en este ensayo es rastrear algunas de esas desviaciones respecto al modelo del directo que su cine asume, para desembocar en otros lugares, y traer a escena nuevos conceptos al que su cine nos invita. El cuerpo será un lugar central en esta reflexión."


"Tocar el cine como se toca el saxo. Fue el crítico Serge Daney el que mejor supo conceptualizar la vibrante libertad del cine de Johan van der Keuken, quien pronto comprendió que al careo con lo real, a la cita ante el Otro, no se podía acudir con apriorismos o rígidas recetas, sino con humildad y una buena dosis de valentía. Así, el holandés, en su materialista confección de formas pensantes, equilibró en la práctica cinematográfica la importancia de imagen y sonido, bandas aquí muy erógenas, que responden al menor de los estímulos del exterior: existe una estructura, una melodía, una horizontalidad presta a abandonarse por un impulso vertical, por una furia dialéctica, para, luego, quedar retomada a la espera del próximo decurso. Decurso y excurso: con su ya frágil ya brutal frotamiento pretende van der Keuken salvar, en la medida de lo posible, la distancia entre el hombre de la cámara y el hombre ante la cámara. Este cine jazzístico, fragmentario, que se expande y se contrae, se hizo explícito mediante el vínculo creativo entre Keuken y el músico Willem Breuker, pero podría tener un primer padre en el Ben Webster al que el cineasta retratara en un precioso mediometraje que documenta la estancia del músico en Ámsterdam."



"Y dos años después de Beppie, van der Keuken se las vio con otro niño, éste grande, el Ben Webster al que una casera, Mrs. Hartlooper, adopta y mima en Ámsterdam mientras toca el saxo tenor, filma gatos o juega al billar con sus amigos. Si la joven Beppie era “amable y malvada como un simio”, el gran Ben se asemeja a uno de los hipopótamos a los que visita periódicamente en el zoo de la ciudad, en uno de los rituales que lo hicieron famoso entre los vecinos. Webster, la memoria del jazz, el hombre que aprendió tocando con los mejores y en las mejores big bands para luego labrarse el camino en solitario, sopla con inefable melancolía, aunque la afabilidad no le quepa en el cuerpo y la regale a todo el que se acerque. De este hombre en retirada, van der Keuken pudo aprender para el futuro militante, para cuando se especializase, como resumiría Daney, en las “miserias ocasionadas por el sistema capitalista mundial y las dolencias que acarrean al cuerpo humano”.

"Aquí hay un cuerpo doliente, aunque la herida se presienta lejana y demasiado íntima para hacerla pública; espejo, como apuntábamos, del fin de la inscripción del cuerpo del cineasta en su propia obra, cuando filma para no desaparecer, pues la máquina, de tanto sostenerla a pulso, forma ya parte de su estructura ósea. Van der Keuken terminará su carrera filmando el agua hasta arribar a una abstracción disonante; a Webster también le regala aquí un plano acuático en el que se sobreimpresiona una foto de juventud del músico, una invocación que nos acerca al tiempo en su insondable virtualidad. De todas maneras, van der Keuken, Big Ben y el propio Webster, son poco fúnebres. En su último concierto, en 1973, en la localidad holandesa de Leiden, Webster finalizó la famosa actuación dirigiéndose a la entusiasmada audiencia en estos términos: “You are young and growing, I am old and going. So have fun while you can”. Dos semanas después de recordar este carpe diem escuchado en la infancia de Kansas City, el rana moría en Ámsterdam."

http://www.revistadiscobolo.com/?tag=johan-van-der-keuken
http://www.blogsandocs.com/?p=87
http://leyendocine.blogspot.com/2007/05/meandros-por-johan-van-der-keuken.html
http://www.blogsandocs.com/?p=416
http://keepswinging.blogspot.com/2006/03/secret-of-mrs-hartloper-2.html

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